jueves, 5 de noviembre de 2009

Lo InCoNsCiEnTe

Con frecuencia los motivos humanos son inconscientes. Es común que no sepamos cuál es nuestro motivo o nuestra meta real.

Quizá demos algunas buenas razones de nuestra conducta, pero muchas veces no son las verdaderas.

Una explicación de la motivación inconsciente se basa en el principio de que es común que los motivos y las metas estén entrelazados. Por ello, puede ser difícil para cualquiera –sea el propio interesado o un observador diestro que conoce la vida de la persona-identificar, comprender y explicar correctamente el motivo o los motivos que hay tras un acto.

Otra posibilidad en la motivación inconsciente la apunta el hecho de que se adquieren hábitos de los que no se da cuenta cabal el sujeto. Un profesor, por ejemplo, se muerde las uñas, se rasca las orejas, tamborilea sobre la mesa o se pasea de un lado a otro frente a sus alumnos, y no se da cuenta de estos hábitos hasta que alguien se los hace ver. De este modo pueden funcionar los motivos complejos. Además, éstos no son tan fácilmente observables como los hábitos, lo cual hace más difícil advertírselos a una persona.

Un tercer factor en la motivación inconsciente puede ser la represión, concepto que aportó Sigmund Freud. En este proceso, la persona no quiere reconocer un motivo porque es indeseable. Tal vez sienta desagrado por su madre, o puede codiciar el éxito de su hermano o ser atraído sexualmente por la esposa de un amigo. Se trata de motivos inaceptables. Por tanto, se niega a pensar en ellos – los reprime, lo cual significa que los expulsa de su mente.

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